26 jun 2020

MATEO.10

Biblia.- 
Mateo, 10

"Y no temáis a los que matan el cuerpo, 
pero no pueden matar el alma; 
temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo 
en la gehenna."
Mateo, 10 - Bíblia Católica Online
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Este año es San MateoEl Sermón de la MontañaCap. 5, 6 y 7
2° Discurso
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https://opusdei.org/es-cl/article/audio-el-sermon-de-la-montana/
CAP.5.-

Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; [2] y abriendo su boca les enseñaba diciendo:
[3] Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. [4] Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 
[5] Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 
[6] Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 
[7] Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
[8] Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 
[9] Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 
[10] Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 
[11] Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. 
[12] Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron.
[13] Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale sino para tirarla fuera y que la pisotee la gente. 
[14] Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; 
[15] ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. [16] Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos.
[17] No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. 
[18] En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la tierra no pasará de la Ley ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. 
[19] Así, el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. 
[20] Os digo, pues, que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
[21] Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será reo de juicio. 
[22] Pero yo os digo: Todo el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que llame a su hermano «raca» será reo ante el Sanedrín; el que le llame «renegado», será reo del fuego del infierno. 
[23] Por tanto, si al llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 
[24] deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve después para presentar tu ofrenda. 
[25] Ponte de acuerdo cuanto antes con tu adversario mientras vas de camino con él; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al alguacil y te metan en la cárcel. 
[26] Te aseguro que no saldrás de allí hasta que restituyas la última moneda.
[27] Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. [28] Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón. 
[29] Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
[30] Y si tu mano derecha te escandaliza, córtala y arrójala de ti; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
[31] Se dijo también: Cualquiera que repudie a su mujer, déle libelo de repudio.
[32] Pero yo os digo que todo el que repudie a su mujer `fuera del caso de fornicación` la expone a cometer adulterio, y el que se una con la repudiada comete adulterio.
[33] También habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en vano, sino que cumplirás tus juramentos al Señor. Pero yo os digo:
[34] No juréis en absoluto; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios;
[33] ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey.
[36] Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro ni un solo cabello.
[37] Sea, pues, vuestro modo de hablar: Sí, sí, o no, no. Lo que exceda de esto, viene del Maligno.
[38] Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
[39] Pero yo os digo: No repliquéis al malvado; por el contrario, si alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
[40] Al que quiera entrar en pleito contigo para quitarte la túnica, déjale también la capa.
[41] A quien te fuerce a andar una milla, ve con él dos.
[42] A quien te pida, dale; y no rehúyas al que quiera de ti algo prestado.
[43] Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. [44] Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan,
[45] para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos y pecadores.
[46] Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿Acaso no hacen eso también los publicanos?
[47] Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso también los paganos?
[48] Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto.
Capítulo 6
Guardaos bien de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los Cielos.
[2] Por tanto, cuando des limosna no lo vayas pregonando, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, con el fin de ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa.
[3] Tú, por el contrario, cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha,
[4] para que tu limosna quede en oculto; de este modo, tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.
[5] Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa.
[6] Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.
[7] Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados.
[8] No seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis.
[9] Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre;
[10] venga tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo.
[11] El pan nuestro de cada día dánosle hoy; 
[12] y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;
[13] y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal.
[14] Pues si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre Celestial. [15] Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados.
[16] Cuando ayunéis no os finjáis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. [17] Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, [18] para que no adviertan los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará.
[19] No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. [20] Amontonad en cambio tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. [21] Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.
[22] La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. [23] Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, cuán grande será la oscuridad.
[24] Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas.
[25] Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? [26] Fijaos en las aves del Cielo, que no siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿Es que no valéis vosotros mucho más que ellas?
[27] ¿Quién de vosotros por mucho que cavile puede añadir un solo codo a su edad?
[28] Y acerca del vestir, ¿por qué preocuparos? Contemplad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan,
[29] y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos.
[30] Si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
[31] No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué nos vamos a vestir?
[32] Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre Celestial que de todo eso estáis necesitados.
[33] Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.
[34] Por tanto, no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su contrariedad.
Capítulo 7
No juzguéis y no seréis juzgados.
[2] Porque con el juicio con que juzguéis se os juzgará, y con la medida con que midáis se os medirá.
[3] ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no adviertes la viga que hay en el tuyo?
[4] O ¿cómo vas a decir a tu hermano: Deja que saque la mota de tu ojo, cuando tú tienes una viga en el tuyo?
[5] Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver cómo sacar la mota del ojo de tu hermano.
[6] No deis las cosas santas a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y revolviéndose os despedacen.
[7] Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
[8] Porque todo el que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y al que llama se le abrirá.
[9] O ¿quién hay entre vosotros, al que si su hijo pide un pan le da una piedra?
[10] ¿O si le pide un pez le da una culebra?
[11] Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?
[12] Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos: Esta es la Ley y los Profetas.
[13] Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
[14] ¡Qué angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran!
[15] Guardaos bien de los falsos profetas, que vienen a vosotros disfrazados de oveja, pero por dentro son lobos voraces.
[16] Por sus frutos los conoceréis: ¿acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de las zarzas?
[17] Así, todo árbol bueno da frutos buenos, y todo árbol malo da frutos malos.
[18] Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo dar frutos buenos. 
[19] Todo árbol que no da fruto bueno es cortado y arrojado al fuego.
[20] Por tanto, por sus frutos los conoceréis.
[21] No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos.
[22] Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿pues no hemos profetizado en tu nombre, y arrojado los demonios en tu nombre, y hecho prodigios en tu nombre?
[23] Entonces yo les diré públicamente: Jamás os he conocido: apartaos de mí, los que habéis obrado la iniquidad.
[24] Por tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
[25] cayó la lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca.
[26] Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena:
[27] cayó la lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, y cayó y fue tremenda su ruina.

[28] Y sucedió que, cuando terminó Jesús estos discursos, las multitudes quedaron admiradas de su doctrina,
[29] pues les enseñaba como quien tiene potestad y no como los escribas.

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